septiembre 03, 2012

100 centímetros entre tu silla y el lugar de meditación

Caminamos de a poquitos la distancia 
(por cautela, por convicción o la más común de las torpezas)
sin reglas

nos pasamos un buen rato dilucidando tus generalizaciones
o mi escala de grises
y tú me crees tanto...
me resulta divertido que así sea
me gusta que me creas, debo decirlo
aunque las estructuras no sean lo tuyo
y creo que aún no lo entiendes pero... tampoco son lo mío
por eso tanto matiz, y la vuelta hacia mí o hacia algo, o alguien
(todo en singular)

te sorprende lo mucho que me dices
y me sorprendo llevándote el ritmo 
se nos escapan los cálculos

el mismo camino siempre
te me adelantas y cruzas la línea
esos 100 centímetros entre tu silla y el lugar de meditación
no imaginas mis intentos por callar(nos) a besos
seguro que no
dejamos de hablar y ya sólo se escuchan ladridos
nos confundimos en una pausa de silencio amarilla y tibia
seguida de escenas de absoluta domesticidad

empiezo a creer que es precisamente ésa la máxima distancia cruzada
la cercanía peligrosa está en el propio descanso 
el tiempo que transcurre hasta que haya que callar la alarma desafiante 
y aceptar la luz del día
la mañana que re-establece los 100 centímetros entre tu silla y ... 





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