enero 06, 2011

Mudanza

Listo. Casi seis años de vida acomodaditos en cajas, bolsas y un par de maletas. ¿Cómo se transportan atmósferas y cómo se apropia de un espacio que se siente ajeno? Si no tendré más ámbar colándose por las persianas, ni el paso de las estaciones reflejadas en la silueta del árbol desde mi ventana. Si casi se percibe la presencia anterior, si hubo que desinfectar con cierta manía enfermiza y algo de náusea reprimida cada perilla, cada cajón.

¿Cómo no deshacerse de aquello que va perdiendo sentido? ¿Cómo no hacerlo? Y sin embargo, no hubo más que una pequeña ruma de cosas descartadas. Pero ya está, no quiero más nada que no importe realmente, no quiero memoria viva que no convenga. Yo no.

Estoy a un palmo de convencerme sobre la inutilidad de la memoria propia, material, ajena, inmaterial. Lo mejor será dejarlo como asunto pendiente, como libro sobre-postergado en la mesa de noche.

No hay comentarios:

Publicar un comentario